«Gran Hermano 17»: Jorge Javier echa del plató a la amiga de Miguel

El concursante gallego, expulsado este jueves, se queda a las puertas de la final. En la casa ya solo pernoctan los tres finalistas: Meritxell, Bea y Rodri


Gran Hermano 17 ya tiene finalistas. La gala de este jueves, que se saldó con la expulsión del gallego Miguel Vilas, seleccionó las últimas piezas de la actual edición del veterano reality: la semana que viene Bea, Rodrigo y Meritxell se subirán al podio. Falta conocer en qué orden.

La semifinal de anoche fue especialmente intensa. No se esperaba menos de la salida del que ha sido el concursante más melodramático de toda la casa. La presencia del gallego en Guadalix no ha pasado desapercibida. Ha tomado parte en todos y cada uno de los conflictos de convivencia, ha sembrado dudas, aguijoneado y atosigado, generado no pocas discusiones de pareja y desatado el incómodo fantasma de los celos. Pero sobre todo, Miguel Vilas ha protagonizado un auténtico culebrón sin escatimar en lágrimas ni lamentos y con elevadas dosis de autoayuda.

A su llegada a Gran Hermano 17, el grovense le relató a la audiencia todos y cada uno de sus problemas de autoestima. Pero solo se confesó con el espectador. Le ocultó a sus compañeros de reality que era «un chico de mentira», que bajo su apariencia confiada de modelo presumido, pelazo incluido, se escondía una persona llena de complejos y con un importante problema de alopecia. Convivió durante semanas en la sierra madrileña cuidando con mimo de un poblado peluquín, sin que sus compañeros dudasen ni por un minuto de esa mata de cabello con el que cada mañana Miguel cubría sus pronunciadas entradas. Cuando se hartó de la mentira, pasó a la siguiente fase. Bárbara le dio, a su salida, el empujón que necesitaba: «Miguel libérate». Y Miguel se desprendió de su postizo.

Montó un circo, un exageradísimo ritual en el que, tras desnudar su cabeza frente a sus compañeros -«Este soy yo y no quiero que me rechacéis»-, el gallego se rapó el pelo y le prendió fuego (literalmente) su adorado peluquín. Sin embargo, la fiera que lleva dentro y que muchos tachan de impostada no se apaciguó con la liberación de su verdadero yo. Miguel siguió sacando las uñas y levantado la voz hasta decibelios insoportables en dos de cada tres discusiones en la casa.  

El «ganador de su puta vida», tal y como él mismo se definió en su espectáculo en el jardín, se bajó anoche de la carrera hacia el ansiado maletín. «Me parece que has entendido perfectamente lo que significa GH y gracias a ti hemos vivido momentos inolvidables», le alabó Jorge Javier a su llegada al plató de Gran Hermanopara a continuación ir directamente al grano: la relación de Adara y Pol, y el papel del gallego en ella. Cuando la madrileña tomó la palabra para atacar al recién expulsado, su defensora en plató, Ana, sacó la cara para defender a su amigo y el conductor estrella de Telecinco perdió los nervios: «¡Ana! -le chilló-. ¡A la próxima te vas del plató!». «No me vaciles», le amenazó, para luego explicarle a Miguel que que estaba un poco cansado de ciertas cosas. No se lo pensó. A continuación, ante la estupefacción de la defensora, la invitó a irse: «Ana fuera, por favor, te lo agradezco».

La entrevista continuó dando rodeos sobre el tema de Adara y Pol, para seguir con su particular trauma: «Quería cumplir el canon de belleza desde pequeñito, y he luchado por lo que quería ser. No hay barreras», opinó Miguel, quien, desde su pueblo, ha recibido todo tipo de muestras de apoyo, movilizaciones en plena calle incluidas

«No dudo que hayas sufrido con este asunto, pero creo que dentro de la casa lo has ido utilizando, dosificando, como estrategia para llegar más lejos -consideró Jorge Javier-. Y eso es algo inteligente como concursante, porque has incorporado el espectáculo de tu sufrimiento al show. Ha sido beneficioso tanto para el programa como a ti».

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