Las Carrilanas de Esteiro como nunca antes las habías visto

Un vídeo grabado por Iván Caamaño muestra cómo se viven estas carreras con varias décadas de historia y por qué este evento mueve a tantas personas

M. P.
Redacción / La Voz

Las Carrilanas de Esteiro son un clásico ya del verano gallego. Esta cita reúne a miles de personas año tras años en Esteiro para ver las carreras de carrilanas. En su última edición, del 13 al 15 de julio, uno de los participantes (Jorge, apodado el Torpedo de Solleiros, una parroquia de Muros) llevaba una cámara de acción en su carrilana. La idea, de Iván Caamaño, miembro de la organización, era grabar un vídeo durante la competición que demostrase los motivos por los que esta fiesta es un atractivo que mueve a personas de todas partes. En cuanto le damos al play nos sube la adrenalina y nos metemos a toda velocidad en la carrera. 

Desde el primer segundo, la cámara nos muestra los preparativos. En el arranque de la carrera hay concentración y algo de nervios. Los pilotos llevan meses entrenando y saben que cualquier mal movimiento los puede sacar de la pista. Están a punto de salir y hay que vigilar que todo está correcto antes de alcanzar velocidades nada desdeñables, más propias de vehículos a motor. En cada carrilana el equipo tiene distribuido el trabajo: uno lleva el volante y otro arranca corriendo y empujando para luego subirse en la parte trasera del «vehículo» y servir de contrapeso. Los dos concursantes deben utilizar casco de forma obligatoria y durante el trayecto se puede observar al público distribuido animándolos por todas partes. El vídeo dura menos de 4 minutos y muestra la adrenalina con la que se vive desde dentro esta competición. La historia de estas carreras se remonta a treinta años atrás, cuando un grupo de amigos decidieron pensar en un plan para atraer a la gente de Esteiro el fin de semana del 18 de julio porque era la festividad de la virgen de Santa Mariña. Los jóvenes crearon diversas actividades, pero un «carrito de madera» sería el puntal de este proyecto. Este sería el protagonista del primer Gran Prix de Carrilanas de Esteiro. De esta manera, la tradición popular junto con la diversión, la fiesta y mucho público lograron que esta carrera se instalase como un evento único e inimitable año tras año. Las siguientes carreras se fueron perfeccionando y, a día de hoy es un evento muy famoso. La fiesta cuenta con patrocinadores y ahora hay más locales de hostelería para recibir al público. Desde la organización, su presidente David Fernández aspira a «llevar nuestra fiesta de cara a la declaración de Fiesta de Interés Turístico Nacional».

El evento dura tres días: comienza el viernes y finaliza con la carrera el domingo. «El primer día es de entrenamiento y se hace la bajada de la mitad del recorrido. El sábado se realiza la bajada para calcular los tiempos de la carrera y, el domingo es el día de la final donde se hace un recorrido de aproximadamente cuatro kilómetros», comenta Iván Caamaño, voluntario de la organización y autor de este vídeo. A su vez, la carrera cuenta con tres categorías: niños, lenta y rápida. Como en toda carrera, el piloto que llegue al final del trayecto en menor tiempo gana el Gran Premio de Carrilanas de Esteiro, el cual consta de un trofeo y un premio en metálico según la posición. En la categoría rápida además de los trofeos al vencedor se le entregan 400 euros, al segundo 200 y al tercero 100.

Además de las carreras de carrilanas hay todo un sinfín de actos alrededor de esta fiesta, como el Festival de Carrilanas, donde varios grupos gallegos dan a conocer su música. «En estos días, la gente aprovecha para pasar un fin de semana diferente, ya que hay zonas de acampadas para compartir entre amigos y familia», agrega Caamaño. Al terminar cada edición, los aspirantes comienzan ya a construir su vehículo o a restaurarlo para la siguiente edición. Suele estar construido casi en su totalidad de madera, tanto las ruedas como el tablón y los ejes. La creación de estas carrilanas puede tardar hasta «un año, porque la mayoría de ellos no se dedica a esto al 100 % y entre el trabajo y los huecos libres que le quedan, van remodelando o iniciando su carrilana», revela el organizador del evento. Pero estos carros no pueden ser de cualquier medida ni tamaño porque la organización establece unos requisitos obligatorios necesarios para proporcionar la seguridad de otros participantes y del público.

«El día de la inscripción que se realiza el sábado, los especialistas verifican que las carrilanas cumplan con los requisitos y, es más, si hay dudas se desmonta una rueda trasera y otra delantera para poder realizar la prueba antes de la carrera», apunta Caamaño. Las ruedas deben ser de madera, sin cojinetes, recubiertas con caucho sin aire. El diámetro máximo es de 450 mm (incluida la cubierta de goma de la rueda). El tablón también puede ser de madera y los chasis metálicos pueden estar cubiertos con madera. El travesaño debe ser de madera y no se permiten perfiles metálicos en la pieza de mayor longitud. Se recomienda que el soporte sea de madera pero también puede ser de otros materiales. Por último, lo más importante es el engrase para que las ruedas funcionen correctamente.

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