Así será el porno del futuro
La realidad virtual sumerge al ser humano en mundos imaginarios, todo un filón para la industria pornográfica que estos días demuestra en la feria CES -el salón de electrónica más importante del mundo- hasta dónde es capaz de llegar
Imaginen cómo sería meterse dentro de una película porno. Pasar de mero espectador a actor. Pasivo, eso sí. Observador, pero actor. Acortar distancias. Traspasar la pantalla del televisor o del ordenador. Es el futuro. Nos espera a la vuelta de la esquina. La realidad virtual, que estos días despliega en la feria electrónica de Las Vegas todos sus encantos, se ha convertido en la mejor aliada de (entre otras) la industria pornográfica. Sumerge al ser humano en un mundo imaginario, capaz de trasladarlo a cualquier lugar. En cualquier momento. Convertida en la gran estrella del CES -el gran show de la electrónica de consumo-, demuestra en la ciudad del pecado -dónde mejor- hasta dónde es capaz de llegar.
Por partes. Los cascos de realidad virtual son capaces de zambullir al usuario en universos ficticios. Y las gafas inteligentes apuestan por la información digital en la escena que una persona observa. «Son dos cosas diferentes y no los veo como fuerzas que compiten, son de hecho muy complementarias», explica Ari Grobman, de la firma israelí Lumus, especializada en tecnología óptica para la realidad aumentada.
En el salón mundial de la electrónica ya han fichado aparatos como el casco Oculus, de una firma filial de Facebook, con forma de grandes y gruesas gafas, que estará disponible para el público a partir de marzo. La empresa HTC también aprovechó la gran feria para anunciar mejoras en su cacharro de realidad virtual Vive VR, a punto de lanzarse en el mercado. «Hoy estamos al borde de una nueva era», auguró el director ejecutivo de la compañía, Cher Wang.
Los fanáticos de los videojuegos fueron el primer blanco de los fabricantes de aparatos de realidad virtual. Pero las cosas han cambiado. El horizonte se ha dilatado y esta tecnología apunta ya hacia múltiples objetivos. La start-up STRIVR cuenta con una herramienta estrella aplicada al deporte y a entrenamientos de fútbol estadounidense, que pone al usuario en situaciones de juego a través del Oculus Rift. «Te traslada a lo más cercano a una experiencia real que pueda tener un jugador», estimó Trent Dilfer. «Creo que los entrenadores que no recurran a ella estarán perdiendo el tiempo».
También los hinchas más apasionados pueden calzarse uno de estos cascos, capaces de reproducir la ilusión que encuentran cuando están en las gradas del estadio o, por ejemplo, para ponerse en la situación de un jugador de hockey sobre hielo y ver los discos lanzados por jugadores profesionales.
El sexo y el espacio
De la industria pornográfica se encarga la empresa Naughty America, que ya se apoya en la realidad virtual para poner a los fanáticos del género en el corazón mismo de escenas de sexo: «Todo el mundo esperaba eso en la industria de las películas para adultos y ahora está ahí. Ver es creer», comentó el vicepresidente de Naughty America, Lauren S.
En el salón CES, la NASA también utilizó un casco VR para permitir a los visitantes viajar virtualmente alrededor de un inmenso cohete que planea lanzar en el 2018. Está familiarizada con el asunto. La Estación Espacial Internacional (ISS) está equipada con los HoloLens, aparatos de realidad aumentada de Microsoft: «Acelerará la velocidad a la que podemos desarrollar nuestra ciencia», anticipa Hugh Cate, de la Agencia espacial estadounidense.
Skully, con sede en San Francisco, propone, por su parte, proyectar información en los cascos de pilotos de motos. Por ejemplo, la dirección que deben seguir-similar a un GPS- o imágenes captadas en tiempo real por una cámara en la parte posterior del casco para que el conductor sea consciente de los posibles peligros que hay detrás de él.
«No creemos que la gente vaya a usar estas gafas de realidad virtual todo el día, pero es, más bien, como el genio viene a mi ayuda para ayudarme a resolver un problema», opinó Ketan Joshi, de la compañía Atheer.
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