«Hay días en los que mirarme al espejo es una tortura y días en los que me clonaría para poder empotrarme a mí misma»

Amalia es una joven de 20 años que, a través de un vídeo en Instagram, ha querido mostrar su cuerpo sin complejos, harta de los cánones de belleza establecidos: «Tengo estrías, celulitis y una mancha enorme en la cintura»


La dictadura de la apariencia condena a miles de jóvenes que ven su cuerpo fuera de los rígidos cánones contemporáneos de belleza, sobre todo femenina. Este es el caso de Amalia, una joven de 20 años, harta de que su cuerpo se convirtiese en su mayor condena. En busca de una vía de escape para tratar de alejarse de lo que no era políticamente correcto, y con un físico fuera de lo estipulado dentro de la corporalidad femenina, con 15 años fue diagnosticada de bulimia y depresión después de varios intentos de suicidio. Cinco años después y con el alta médica en la mano, Amalia ha querido contarle al mundo que está harta, pero sobre todo, que es libre.

A través de un vídeo en Instagram, Amalia se muestra tal y como es, un ejemplo de alguien que no está dispuesto a que los kilos le amarguen la existencia y con que el que convive con naturalidad y en paz. «Tengo estrías, celulitis y una mancha enorme en la cintura. Las tetas demasiado grandes, el culo demasiado plano, y dos michelines preciosos que salen cada vez que me siento», comienza describiéndose a sí misma.

Tras años de terapia en los que reconoce haber pasado «momentos duros y liberadores» y en los que ha tenido que luchar contra desórdenes alimenticios y una baja autoestima, Amalia aparcó la vergüenza para mostrar a la sociedad un cuerpo sin complejos, pero sobre todo, una chica feliz. «Hay días en los que mirarme al espejo es una tortura y días en los que me clonaría para poder empotrarme a mí misma», reconoce, a la vez que denuncia el estricto canon de belleza al que están sometidas las mujeres y que le llevó a recurrir a los vómitos «para que se me notasen los huesos». Ahora, tras años de lucha y tras haber superado aquel calvario ha conseguido quererse, algo que le ha costado «mucho tiempo, muchísimo trabajo», pero que «me ha cambiado la vida».

Superados los complejos y los traumas, Amalia quiso dar un cambio radical a su vida. Se marchó a vivir a los Países Bajos y «sin atisbo de recaída» decidió enseñarle al mundo tal y como es: «preciosa», porque así es como se define a si misma y a todas las mujeres, «todas somos preciosas».

Una mirada en el espejo saliendo de la ducha fue la que le empujó a poner su granito de arena para tratar de impedir «que nadie tenga que pasar por el infierno que yo pasé». «Porque las mujeres estamos hasta los mismísimos genitales de no poder ser sin que se nos mire con lupa», afirma contundente.

Su publicación en Instagram ha sido todo un éxito y los mensajes de apoyo no paran de llegarle. En dos días pasó de 300 a 6.000 seguidores y otras chicas se pusieron en contacto con ella para contarle su experiencia, incluso reconoce que «pacientes de Trastornos de Conducta Alimentaria ven en mí un referente, e incluso sus padres».

También Marina, concursante de Operación Triunfo 2017 se ha puesto en contacto con ella para trasladarle su apoyo y decirle «que es un ejemplo a seguir», aunque también reconoce haber recibido críticas de gente. Pero ya no le afecta, porque Amalia ha conseguido quererse y aceptarse y solo desea que cualquier chica que sufra un problema como el de ella consiga «que le crezcan las alas», para ser capaz de sentirse libre.

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«Hay días en los que mirarme al espejo es una tortura y días en los que me clonaría para poder empotrarme a mí misma»