El «ventaning» ha vuelto

La nueva spiderwoman vive en Cantabria y así limpia las persianas de su piso (un cuarto)


Una bata rosa y unas zapatillas de andar por casa: esa es la indumentaria de seguridad con la que esta señora decidió colgarse de la ventana de su cuarto piso para limpiar las persianas.

Sobre el alféizar, agarrada con una sola mano mientras con la otra sostiene una bayeta azul. Así cazaron a esta vecina de Cantabria que parecía tan tranquila mientras a su alrededor a todos se les cortaba la respiración.

Las imágenes están colgadas en el grupo de Facebook «Cosas que pasan en Cantabria» y, como no, ya se han hecho virales.

Los Bomberos ya han advertido del peligro de esta práctica. 

Esta arriesgada artimaña de limpieza ya la conocemos bien en Galicia, ¿Se acuerdan de la limpieza de verano?

Limpieza de verano

Una vecina ribeirense se apoyaba en la cornisa de un cuarto piso mientras limpiaba las persianas

Álvaro Sevilla

Las ventanas siempre han sido el peor escollo a la hora de limpiar un hogar. Desmontar cristales y persianas es un trabajo duro, engorroso, costoso y que a nadie le reporta demasiadas alegrías. Ayer, una vecina de Santa Uxía de Ribeira encontró la solución perfecta para no tener que retirar ni un solo tornillo. Tomó el camino más fácil y más peligroso: se subió al alféizar de la ventana y limpió persianas y vidrios.

Estaba a cuatro pisos de altura pero no dudó un segundo. La imagen recorrió teléfonos móviles y redes sociales durante todo el día. La osadía que demostró la señora bien se lo merecía, aunque su imprudencia pudo acabar por atraer a bomberos, Policía Nacional y Guardia Civil. La limpieza en este caso no entendió ni de precauciones ni de vértigos.

Su afán de trabajo y su valor para encaramarse en la ventana quedan fuera de cualquier duda, aunque la jugada pudo salirle muy cara a la señora y a su familia. Que quedó limpio hasta el último milímetro de suciedad no es necesario asegurarlo. Nadie se cuelga de un cuarto para dejar el trabajo a medias.

Votación
14 votos
Comentarios

El «ventaning» ha vuelto