Movember: ¿Por qué dejarse bigote este noviembre?
Qué se cuece
Leñadores del mundo, es hora de visitar al barbero y rentabilizar el gimnasio. Hay una buena razón como excusa
02 Nov 2015. Actualizado a las 20:49 h.
Cambiar la cara a la salud del hombre. Es la razón principal que explica la reposición del bigote en los rostros masculinos cada mes de noviembre. Las secundarias responden a la explotación de esta iniciativa solidaria en beneficio del más puro y duro postureo. De la misma manera en la que el español ha ido haciendo suyo el Halloween del truco y el trato o el Black Friday, la caótica jornada de compras que el último viernes de este mes dará con suculentos descuentos el pistoletazo de salida a la campaña comercial navideña, cada 1 de noviembre el ala más concienciada con las causas sociales del bando masculino -y algún otro presumido que se sube al carro- declara su cutis en huelga. Le da una tregua de 30 días a las maquinillas de afeitar y durante cuatro semanas presume de mostacho.
Pero ¿a qué causa contribuye un hombre dejándose bigote en noviembre? ¿De qué manera cambia con este gesto el mundo? Es sencillo: dando visibilidad a un movimiento. Que, de repente, los hombres luzcan todos un aspecto similar, apoyado en un elemento tan llamativo como el mostacho, que lo hagan además ahora genera curiosidad y conversación. La gente habla de los bigotes. La gente habla de la iniciativa. La gente habla de Movember. La gente habla de la salud del hombre. Causa, efecto. Vello sobre el labio: palique sobre la importancia de cuidarse y realizarse revisiones periódicas para atajar a tiempo el cáncer de próstata y testicular.
Hace tiempo, concretamente hace 12 años, un grupo de amigos quedaron para tomar algo en un pub de Melbourne (Australia). De esa reunión surgió el movimiento que ocupa este alegato a favor del bigote, un proyecto concretado en pelo con el objetivo de concienciar sobre las enfermedades masculinas y recaudar fondos para la investigación. En lugar de carteles, chapas en las solapas o pegatinas, la Movember Foudation apostó por proponer a los hombres un cambio que diese que hablar. Las instrucciones eran claras: nada de barbas, chicos; nada de perillas, ni tampoco patillas; toda la cara como el culito de un bebé y, sobre el labio superior, libre albedrío al pelo. Se admitían mostachos de todo tipo. Mexicanos. Dalí. Americanos. Incluso imperiales. Y parece que la idea cuajó.
Desde hace tres o cuatro años, las matas de pelo entre boca y nariz regresan cada noviembre a las jetas de los españoles. Contribuye a la iniciativa solidaria, que desde el 2003 ha recaudado 485 millones de euros y ha financiado más de mil programas de investigación, el revival del mostacho, su vocación de heredero de la asilvestrada barba del moderno y el hecho de que Johnny Depp, Brad Pitt, Ashton Kutcher, James Franco, Colin Farrell y Matthew Mcconaughey, entre otros, se hayan dedicado a pasearse por toda alfombra roja convocada a lo Robert Redford, Paul Newman o Freddie Mercury.
Este año, la campaña de Movember pone el acento en la importancia de ejercicio físico. Para quienes no puedan o no quieran cambiar de aspecto este noviembre, o para aquellos a los que además de dejarse bigote les apetezca desentumecer los músculos, la iniciativa propone el plan MOVE. Esto es: marcarse retos -ir andando al trabajo, jugar un partido al ping-pong o hacer una «épica salida en bici», por ejemplo- relacionados, como su nombre bien indica, con el movimiento. Moving, all the people moving.
Así que, leñadores hipsters del mundo, es hora de visitar al barbero. Dejar por un mes de lado las camisas de cuadros y los tirantes en favor del chándal, las deportivas y las sudaderas. Recorrer monte, jugar alguna que otra pachanga con los colegas, rentabilizar el gimnasio de una vez por todas y cambiar de aspecto con una buena razón en la mano como excusa.