La curiosa medida de presión de Ben & Jerry's para legalizar el matrimonio homosexual en Australia
La empresa de helados ha prohibido servir dos bolas de helado del mismo sabor en todas las franquicias del país para luchar por la igualdad
Redacción
La lucha por la legalización del matrimonio homosexual ha generado mil formas de presión y otras tantas de protesta a lo largo y ancho del mundo. Pero la ideada en Australia por la empresa Ben & Jerry's se ha llevado el premio a la originalidad. La famosa marca de helados y sorbetes ha prohibido en todas sus franquicias servir juntas dos bolas de helado del mismo sabor hasta que no se legalice el matrimonio homosexual en el país, algo que según la organización Australian Marriage Equality ya apoya el 72 % bde la población.
«Imagina ir a tu local de Ben & Jerry's para pedir dos bolas de helado de galleta. Y entonces descubres que no se permite, que Ben & Jerry's ha prohibido servir dos bolas del mismo sabor. ¡Te enfadarías! Pues esto no es comparable con lo furioso que te sentirías si te dijeran que no puedes casarte con la persona que amas», explica la compañía en su página web.
Además de la prohibición, Ben & Jerry's ha colocado en sus 26 tiendas de Australia un buzón para que la gente exprese sus opiniones sobre el matrimonio homosexual y todas ellas serán entregadas a sus representantes políticos antes de la sesión parlamentaria del 13 de junio. Y no solo eso, sino que anima a todos sus clientes a que firmen en la campaña a favor de la igualdad de derechos en el país.
La ley que regula el matrimonio en Australia data de 1961, si bien fue modificada en varias ocasiones hasta su última revisión en el 2004. A pesar de la transformación sufrida a lo largo de los años, la ley no reconoce los matrimonios del mismo sexo ni aunque el matrimonio se lleve a cabo en un país extranjero que sí lo permita.
Una de las promesas electorales del primer ministro australiano Tony Abbot fue la celebración de un referendo sobre la igualdad en el matrimonio, pero tras 14 meses de gobierno y de debate, el Senado lo calificó de «ejercicio costoso e innecesario que ni siquiera garantizaría la igualdad».
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