Alonso Caparrós confiesa su infierno con las drogas

El presentador habló sin tapujos de su adicción que le ha durado varias décadas y de cómo ha logrado superarla


Alonso Caparrós confesó en Sábado Deluxe sus adicciones, que han estado a punto de costarle la vida en numerosas ocasiones. El presentador arrojó luz sobre uno de los motivos por los que desapareció de la televisión en un momento en el que gozaba de gran popularidad.

Caparrós confesó sentado junto a Jorge Javier Vázquez que consumió por primera vez cocaína a los 17 años. «A mí me enganchó de una manera espeluznante. Yo que siempre he sido un tío rebelde pues no sé porqué me enganchó de esa manera, hay quién dice que son cuestiones genéticas, problemas que tiene uno... No tengo ni idea, lo que sé es que me atrapó de muy mala manera», explicaba.

Una de sus declaraciones que más sorprendió en que «soñaba con montañas de cocaína, y soñaba feliz», explicó ante la mirada atónita del presentador. 

«Al principio me metía con más gente, pero más tarde empecé a consumir solo y a vivir solo, a alejarme de la gente que más me quería», dijo, y afirmó que a su familia le ha hecho muchísimo daño con su adicción. «Recuerdo que una mañana llegué a casa y mi madre se puso de rodillas y me pedía que le dijese qué me estaba pasando. Ya empezaban a intuir, pero era inimaginable, tendemos a pensar que la tragedia vive muy lejos, pero está a la vuelta de la esquina», aseguró. 

El presentador le preguntó cuánta cantidad llegó a consumir cuando más enganchado estaba a la droga. Caparrós no quiso dar una cifra concreta, pero afirmó que «era lo suficiente como para matar a siete caballos, no había fin hasta que mi cuerpo no podía más. No te contesto si eran 5, 10, 15, 20... era para morirme. Al principio cuando eres joven tu cuerpo aguanta más, pero después se va rindiendo». 

Otro de los momentos más delicados y sobrecogedores de la noche fue cuando confesó que había visto la muerte muy cerca en varias ocasiones. «He visto la muerte de cerca, que yo lo haya notado, que haya estado a punto han sido mil», explicó.

«La primera fue en un hotel, ya consumía solo, y era una imagen muy triste. Estaba bastante pasado, drogado, estaba desnudo delante del espejo, no ví la muerte, pero la presentí, sentí que me decía te vas a morir. Durante mucho tiempo he pensado que iba a morir joven», confesó Caparrós. 

El presentador explicó que la segunda vez «fue un día que llegué a casa, un sábado después de una noche de fiesta». No tenía cocaína y ante la necesidad de consumir, machacó un medicamento que tomaba y que incluía anfetaminas. «Y lo esnifé», aseguró. A continuación fue a la consulta de su psiquiatra, que al verlo llegar lo derivó a un hospital. «Al llegar me metieron en una habitación, en una cama con todo lo necesario al lado para actuar en cuánto me diese un infarto, aún se sorprende de cómo no lo sufrí», aseguró. 

«La tercera vez fue una vez que estaba en un prostíbulo y me vino a buscar mi hermana. Y en el coche cuando me iba a mi casa ví como todo se cerraba a mi alrededor. En la cama, estaba tumbado en la cama y habían llamado a todos mis hermanos, recuerdo que notaba que me iba», confesó. 

Alonso Caparrós describió cómo vivió esos momentos tan cercanos a la muerte. «Hasta que punto estaba mal que no me parecía mal. La vi llegar, no la sentí con agonía ni con angustia y pensé, si tiene que ser a lo mejor es», dijo. 

Por último confirmó los motivos por los que ahora había decidido contar sus años de adicción a la droga. «La familia de Angie, mi mujer, se merece saber con quién se ha casado», aseguró al borde de las lágrimas. Y terminó aseverando que «yo sigo viviendo en peligro, cuando uno es cocainómano lo es para toda la vida, tengo que estar recordando, de manera positiva, lo que he vivido».

Alonso que no supo gestionar la fama que le otorgo la televisión tuvo que pasar por la clínica López Ibor pa intentar curarse y confesó que mientras presentaba Furor tenían que atarle las piernas a la silla: «En la clínica López Ibor me dieron electrosock para limpiarme el cerebro, hacerme un reset para desprogramarme de la coca», aseguró.

Caparrós también habló abiertamente de sus problemas económicas, que le llevaron a un momento en el que prácticamente no tenía para comer. «Nunca he tenido problemas de dinero y no me arruiné por las drogas. Hubo en un momento en el que estaba fatal, cuando me separé de mi segunda mujer», aseguró. «Pacto con mis padres que solucionarlo al 50 %, vendí mis casas, lo pagué casi todo, pero quedó una pequeña cantidad», aseguró. «Me compraba sacos de patatas y zanahorias, y un amigo me pasaba comida», confesó. 

Del cielo profesional al infierno 

Alonso Caparrós, miembro de una saga de periodistas, encabezada por su padre Andrés Caparrós, que ha continuado con su hermano Andrés, Alonso comenzó en la televisión con apenas 20 años de la mano de María Teresa Campos en Pasa la vida, de 1991 a 1996. De la televisión da el salto al cine, donde intrepreta a Lucas, en la película Perdona bonita, pero Lucas me quería a mí, de Felix Sabroso. También participa en La mirada del otro, de Vicente Aranda.

Uno de los programas que mayor popularidad le otorgó fue Furor, en Antena 3, que durante tres años se emitió en la noche de los sábado. A continuación presenta Menudas estrellas, La isla de los famosos y Factor Miedo.

A partir de ahí comienza su decadencia televisiva, probablemente al tiempo en el que se deterioraba su estado de salud debido a sus adicciones. En el 2004 entra como participante en La Granja, donde protagonizó unas escenas subidas de tono con Olivia de Borbón. También participó un año después en ¡Mira quién baila!. Más tarde ficha por Telemadrid y participa en la serie La dársena de poniente, que emitió TVE. Pasa por una cadena local madrileña y más tarde por otra cordobesa, hasta que recala en Intereconomía, para presentar Punto Pelota, en un momento muy delicado ya para la cadena tras la marcha de Josep Pedrerol. Su carrera parece haber vuelto a resurgir, o al menos esa sería su intención, con la entrada en GH VIP, programa del que salió expulsado en tercer lugar, tras menos de un mes de convivencia.

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