Le recetan pastillas para el suicidio asistido en vez de darle quimioterapia

Una mujer con una enfermedad terminal ha iniciado una lucha contra el seguro médico para que le den la medicación que necesita


Stephanie Packer era una madre de familia numerosa (tiene cuatro hijos) joven y feliz cuando recibió el mayor golpe de su vida. Los médicos le diagnosticaron una enfermedad incurable y la avisaron de que le quedaban apenas unos años de vida

Pese a ello, se sobrepuso y se dispuso a luchar contra la enfermedad al menos, hasta que el cuerpo aguantase. Stephanie Packer sufre esclerodermia, una dolencia autoinmune que ataca por error y destruye el tejido sano del cuerpo. Afecta a cada paciente de una manera distinta y en el caso de esta mujer ella tiene sobretodo problemas en los pulmones, por lo que necesita ayudar para respirar. Pero ahora, con 33 años, Stephanie se ha encontrado de repente con un muro que ha frenado en seco todas las fuerzas que habían sacado tanto ella como su familia para seguir adelante: su seguro médico y la legislación del estado de California. 

Para paliar los efectos de la esclerodermia y frenar su avance se ha sometido ya a un ciclo de sesiones de quimioterapia. Ahora debería someterse a una segunda tanda, pero desde la aseguradora le han denegado más tratamiento. La mejoría que provocó esta terapia en su salud la convierten en candidata para someterse a otros tratamientos más avanzadas, que han sido eficaces en otros pacientes. Eso sí, ha cambio le han recetado pastillas para el suicidio asistido, algo a lo que se ha negado en rotundo.

«Es muy triste y vergonzoso que la gente alrededor de los pacientes y sus médicos no estén preocupados por ellos», afirma Packer, que lucha porque la sanidad privada de Estados Unidos centre sus esfuerzos en mejorar en investigar acerca de la esclerodermia o cualquier otra enfermedad terminal y no tome el camino más rápido, que es facilitarle un suicidio asistido. «Si todo el mundo tuviera un médico que lo cuidase, nadie se plantearía pone fin a su vida», aseguró. «No se le da una pistola a una persona con depresión», afirmó, haciendo una comparación entre las dos enfermedades.

Ahora ha hecho pública su historia y a través de una página web busca apoyos en California y en todo Estados Unidos para «luchar contra el suicidio asistido», para que no sea la primera opción de los médicos en algunos pacientes terminales, y estos enfermos tengan más opciones y las aseguradoras y la legislación no les proporcionen la «opción más rápida» que es «acabar con su vida»

Además Stephanie quiere acompañar a sus cuatro hijos todo el tiempo que pueda y pretende mostrar a sus hijos que «la muerte es parte de la vida».

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Le recetan pastillas para el suicidio asistido en vez de darle quimioterapia