Polémica por una cuna que inmoviliza a los bebés y los mece cuando lloran

Los inventores del sistema, que impide a los niños moverse, aseguran que los pequeños se acostumbran en un máximo de cinco días, mientras que los detractores creen que perjudica los vínculos entre padres e hijos


Un pediatra y un diseñador son los responsables de un invento que promete noches de plácido sueño a los padres recientes: la cuna inteligente. El artilugio lanzado por Harvey Karp y Yves Béhar, en el que aseguran que han trabajado durante cuatro años, está dotado de una especie de saco que se fija a los laterales de la cuna donde se introduce el niño para dormir. El pequeño queda entonces inmovilizado, sin posibilidad de girarse y mirando únicamente hacia arriba. Para cumplir su función, el aparato incorpora micrófonos que le permiten captar el llanto del bebé. Con estas señales, el aparato comienza su actividad de canguro: mece al pequeño a distintas velocidades y emite también sonidos pensados para calmarlo.

Pese a la aparente incomodidad que podría causar a los bebés estar atrapados en el saco de dormir sin posibilidad de moverse, los promotores de esta cuna sostienen que los recién nacidos tardan solo un día en acostumbrarse y los niños de dos meses no pasan de los cinco días antes de aceptar de buen grado el invento. Se basan en pruebas realizadas con 200 bebés, según aseguran en su página web, donde la cuna puede adquirise por 1.160 dólares. 

Los grandes resultados que prometen Karp  y Beha no han convencido, sin embargo, a algunos profesionales, que temen que la ausencia de los progenitores cuando sus hijos se despiertan por la noche pueda perjudicar la creación de vínculos en una fase fundamental del desarrollo y recuerdan que el llanto es la «forma natural» en la que los pequeños expresan sus necesidades.

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