El porno furtivo acecha los cascos históricos

Escenas de sexo en público, como la del metro de Barcelona, no son algo nuevo. Algunas productoras porno llevan rodando años en las calles de la ciudad condal y Galicia tampoco se libra


La escena de sexo en el medio del andén del metro de Barcelona ha despertado viejos fantasmas. «No mantener el orden y no ser capaz de mantener que las cosas sean serias acaba teniendo estos resultados», aseguraba el exalcalde de Barcelona Xavier Trías, en un ataque directo a la actual regidora de la ciudad, Ada Colau. También tiene algo que decir el concejal del PP Alberto Fernández Díaz, que se mostró algo más tajente que su compañero al asegurar que «Colau no puede convertir Barcelona en un capítulo de Gandía Shore».

Pero Trías y Fernández Díaz olvidan que esto del sexo en lugares públicos no es algo que haya llegado a la ciudad condal de la mano de Ada Colau. Ni a Barcelona ni a otros emplazamientos de la geografía española. Porque las relaciones en lugares públicos y a veces hasta con público se vienen dando desde hace un tiempo en muchos lugares. 

De hecho, algunos gigantes del sector porno vieron en España, hace ya algunos años, todo un filón. La laxitud que hay en nuestro país les permite realizar en los cascos históricos de las ciudades toda clase de escenas. Así lo recoge El Periódico, que cita a una de las mayores productoras y distribuidoras del mundo porno extremo. Kink, con sede en San Francisco, ha comprobado que uno de los platós favoritos de sus clientes es precisamente la ciudad condal. Allí sitúa algunas de sus escenas más extremas. Y lo hace sin mucho disimulo. Porque aseguran que las multas a las que se exponen por practicar sexo en la vía pública no son un problema, de hecho las asumen dentro de la partida dedicada a los gastos de producción.

Galicia tampoco se libra de esto que muchos ya llaman porno furtivo. En el 2008, el actor gallego Totó García grababa en medio de la noche una polémica escena en la plaza del Obradoiro, un clip que se convirtió en todo un fenómeno en Internet y que lo catapultó. Años después, participaba en el programa 21 días de Cuatro, para demostrar que lo del sexo en lugares frecuentados no es algo complicado de realizar. Con Samantha Villar se trasladó hasta la mismísima Torre de Hércules. Sin pudor, y sin aparentes consecuencias, grabó durante varias horas.

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