«Gran Hermano 16»: El día en que el programa se convirtió en «Cuarto Milenio»

Carolina ya no oculta su don y en las últimas semanas ha llenado la casa de presencias, mientras sus compañeros participan de una situación que a muchos ya asusta


Bienvenidos a la nave del misterio. Pero no a la de Iker Jiménez, si no a la que desde hace unas semanas se ha asentado en la casa más famosa de la televisión. Gran Hermano 16 ha pasado este año a una tercera dimensión, la que vive Carolina, que dentro y fuera de la parcela que Telecinco tiene instalada en Guadalix ha conseguido crear un halo de misterio, al que a muchos hasta llega a causar terror.

Y es que si las anteriores ediciones de Gran Hermano ya eran de por sí bizarras y extravagantes, lo de este año roza el límite de lo paranormal. En la casa de Guadalix ya no solo viven dieciséis concursantes. También hay que hacer hueco a todos los seres que los acompañan. Porque, según Carolina, en las cuatro paredes de Gran Hermano ya son multitud. 

El secreto más extraño de la nueva edición del longevo reality consiguió permanecer durante un tiempo en la trastienda. Mientras la rumorología crecía, Carolina aguantaba como podía los tirones de pelo de los espíritus que campaban a sus anchas por los pasillos de la casa de Gran Hermano. Hasta que la caja de Pandora se abrió. Y vaya si lo hizo. En cuanto el resto de concursantes descubrieron el «don de Carolina», la joven modelo afinó la vista y comenzó a multiplicar las presencias en la casa. 

Durante los primeros días de convivencia solo Maite traía a alguien bajo el brazo. «He visto algunas cosillas. Lo peor fue los primeros días. Con Maite sí que lo pasé un poco mal. Ella siempre decía que iba acompañada de no sé quién. Yo no te puedo decir si era esa persona, pero ir, va acompañada». 

Maite solo fue la primera en meter en la casa de Gran Hermano a un nuevo habitante. Después cayó Aritz. El vasco fue la segunda víctima de la joven, que sentenció haber visto a alguien protegiendo al del sombrero. Fue solo el principio. 

La guinda del pastel llegó cuando el padre de Suso entró en escena. El polémico concursante se enteró de que la joven modelo había presenciado a un espíritu a su lado y, cargado de valentía, se puso frente a ella para pedirle que le contara todo. «Te va a ayudar tanto dentro de la casa. Porque si hubieras sido otra persona que no hubiera tenido ese apoyo te habrías ido a la calle», se sinceraba la médium, para después, en la intimidad que ofrece el confesionario explicarle al Súper uno de los episodios más truculentos que se ha vivido últimamente en la casa de Guadalix. «El otro día me dijo que día había soñado con que encontraba el CD de Juan Magán y se llevaba la inmunidad», una predicción que el pasado jueves finalmente se cumpliría.

Aterrorizado. Pero sobre todo muy tocado psicológicamente. Así se quedó Suso después de conocer que su programa ya no lo concursa él solo. «Hablar de mi padre me duele un montón. Y me ha tocado el tema y ya me ha dejado hecho una mierda. Es un pelo enquistado que tengo ahí en el corazón», revelaba un Suso nostálgico que describía a su padre como una persona «súper buena, que le cuidaba un montón». «Me daba todo lo que le pedía, pero cuando cumplí nueve años, una enfermedad se lo llevó. Saber que está al lado mío me da tranquilidad, pero me gustaría verle, esto es muy duro», aseguraba, tristón, en el confesionario. De hecho, ante la estampa de un joven apagado ante las revelaciones, han sido muchos los que han criticado que las visiones de la modelo no son más que una estrategia para desestabilizar y dejar noqueados a todos los que le rodean en Guadalix.

La presencia del progenitor de Suso dio pie a la creación de todo un grupo de Cazafantasmas liderado por Carolina y con Marina, Amanda e Ivy como adláteres. Y ojo, porque es posible que estos dones se contagien, ya que la mexicana aseguraba tener algún que otro don oculto. Ivy explicaba a Carolina que ella también «sentía» algunas presencias. Y a partir de ahí la extensión del equipo fue fantasmagórica. Mientras Carol contaba a los suyos la historia del padre de Suso, Vera se mostraba realmente asustado (dijo que quería dejar de escuchar porque le estaba poniendo el pelo de punta) y el resto de habitantes de Gran Hermano 16 se mostraban curiosos. 

Lo que empezó como un juego terminó con una serie de revelaciones realmente extrañas. Carolina aseguró haber visto a una mujer muy bajita que parecía ser la abuela de Amanda, un hombre muy alto que le daba mucho miedo y que podría ser el abuelo de Marina y a Ivy la convirtió en su compañera de visiones. Y así la casa, se llenó de pronto. Es más, por si eran pocos, Marina y Amanda se pusieron a rebuscar a ver si aparecía alguien más. En unas hilarantes imágenes, con la luz apagada y entre la risa de un momento que se sabe disparatado, ambas buscaban potenciar su propio don. «No veo nada», murmuraba entre risas Amanda, mientras la mamá del Juanito reborn daba manotazos al aire como intentando tocar algo. 

Niedzela y Marta, que siguen concursando por ahora completamente solas y sin presencia que allane su camino, se situaron al otro lado de la balanza. La emoción y sorpresa que mostraron las primeras poco tiene que ver con la reacción de estas dos, que calificaron la situación con una simple palabra: surrealista. Marta decía más: «Súper, yo creo que aquí la gente confunde los focos que ponen con los muertos. Está aquí todo el mundo viendo muertos y me están poniendo nerviosa». Niedzela apuntaba más allá: «A lo mejor piensan que luego van a vivir de la tele y van a ser Esperanza Gracia».

Con este panorama tan difícil de comprender para algunos la casa se muestra dividida. Los creyentes, los escépticos... ¿Y los espíritus?

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