«Gran Hermano 17»: Así son las nuevas concursantes

Solo una se quedará finalmente en la casa. La decisión, que deberá tomarla el público, se hará pública el jueves en la gala


Gran Hermano 17 cubrió este martes por partida doble el hueco que dejó en la casa la expulsión de Álvaro, el concursante sevillano al que la dirección del concurso decidió evacuar con urgencia de la sierra madrileña tras una serie de lindezas, nada sorprendentes, por otra parte, teniendo en cuenta la predilección del reality show por los individuos problemáticos. La suya es la enésima expulsión disciplinaria de la historia del concurso,

Los espectadores de Gran Hermano 17 han perdido por completo su capacidad de asombro, pero mantienen intacta su curiosidad. Se enfadan, protestan y solicitan su siguiente dosis. Así es la dinámica. El programa, muy consciente de ello, no iba a perder por tanto la ocasión de cubrir la plaza vacante, de tirar los dados y cruzar los dedos para que de nuevo les salga un sujeto algo histérico, poco discreto y, si puede ser, bien contestón. La suerte está echada. El Límite 48 horas -el formato que GH emite los martes- le abrió las puertas del apartamento de Guadalix esta semana a dos nuevas aspirantes a concursante. El público será el encargado de decidir con quién de las dos se queda y a quién manda de vuelta por dónde ha venido.

Michelle y Rebeca son las dos preseleccionadas por Gran Hermano 17 para optar a la plaza que «desperdició» Álvaro. La primera, de 32 años y de Barcelona, entró asegurando que si algo viene a buscar a la casa es el amor. Se confiesa una persona con mucho carácter y una mujer «que hay que cuidar». «Lo hago todo -presumió en su vídeo de presentación-. Limpio la casa, no salgo de fiesta, es la educación que me ha inclucado mi familia adoptiva, que es de etnia gitana». «A mi el que me va a enarmorar es una persona que me cuide -advirtió, para dejar claro que «de físico» el que más le gustaba era Alain. La segunda aspirante tiene 29 años y es de Madrid. Dice ser impulsiva y marimandona, natural («sin filtros») y extrovertida. Asegura sentirse identificada con Adara, la concursante con más enemigos en la casa, «porque no piensa en las consecuencias». Llega también soltera, se considera «resultona» y está segura de que este va a ser su año.

Las dos inquilinas temporales no fueron las únicas en plantarse este martes en la casa de Gran Hermano 17. Junto a ellas, llegó Laura Campos, ganadora de GH 12, que visitó con un avanzado emabarazo a los concursantes para formar parte de la misión de El Club. Como ya han hecho otros exvencedores, la morena de Parla grabó un mensaje para el próximo miembro de este selecto grupo de privilegiados, que el jueves desplazará con su entrada a uno de sus actuales integrantes. El mismo día, Jorge Javier Vázquez -si todavía sigue al frente del concurso- revelará quien de las dos suplentes que ya duermen en Guadalix se queda finalmente como parte del equipo titular. 

Además, de las cuatro candidatas a abandonar Gran Hermano 17 esta semana -Bárbara, Bea, Adara y Montse-, dos se mudaron este martes al apartamento colindante. Adara y Bea, con el mayor número de votos, pensaron que habían sido expulsadas, como también lo creen sus compañeros después de recibir de vuelta en la casa principal a Bárbara y Montse. El jueves sabrán realmente quién es el elegido para abandonar el programa esta semana.   

Pocas más novedades hay en esta edición, por ahora la más floja de las últimas del célebre reality. Las cifras de audiencia y la ruidosa campaña en contra de su presentador no hacen más que confirmarlo. La semana pasada, Gran Hermano 17 anotó mínimos históricos y su debate del domingo fue machacado por la película de Antena 3, que ni era un estreno esperado ni un título particularmente atractivo como para tumbar al rey de los programas de telerrealidad. 

Acusa cada vez más esta edición la marcha de Mercedes Milá. A eso se le suma que, con la excusa de ser «un ejemplo para la sociedad», se ha sacado del medio al único concursante que, sin endredoning ni chillidos, indignaba de verdad a la audiencia. Que le hacía reaccionar, que como un resorte les impulsaba con fuerza a teclear sus airadas condenas en las redes sociales. Y aquí, justo aquí, a estas alturas, se abre otro debate. ¿Son realmente los habitantes de la casa un modelo a seguir por el espectador? ¿Debe Gran Hermano 17 tomar cartas en el asunto cuando sus concursantes alardean de comportamientos poco ejemplares? ¿Hasta qué punto es verdad lo que pasa dentro de los muros de Guadalix y en qué momento empieza a ser espectáculo, mentira, casi ficción? ¿Le compensa al programa prescindir de alguien que mantiene vivo el interés del público o tiene el deber de cortar por lo sano, de censurar la «apología» de determinadas prácticas? Diecisiete ediciones después, ¿le resulta rentable, con todos los límites que ha sobrepasado, ponerse digno? ¿Dónde está la línea que separa lo correcto y lo incorrecto?

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