Cristina Macía: «Por cosas como estas, todos los traductores le tenemos algunos rencores a George R. R. Martin»

La traductora única al español de toda la saga de «Canción de Hielo y Fuego» cuenta los retos de traducir las novelas en las que se basa la serie de «Juego de Tronos»


Redacción / La Voz

Tras la última escena del último capítulo emitido de Juego de Tronos, todas las miradas se giraron hacia los traductores, por la dificultad para adaptar al español el origen del nombre de uno de los personajes más queridos. Quien mejor conoce los retos de convertir al castellano la obra de George R. R. Martin es Cristina Macía, la traductora única de todas las novelas de Canción de Hielo y Fuego. Para ella, a estas alturas, «no hay salida buena» para solucionar el desafío, pero se muestra optimista con encontrar una solución. Al fin y al cabo, lleva traduciendo al escritor más de 13 años, desde que llegó a sus manos Juego de Tronos y supo que, sin duda, el invierno estaba llegando.

-El éxito de «Canción de hielo y fuego» fue algo inesperado. ¿Marcó para su carrera un antes y un después?

-Sí, fue algo imprevisible. Y yo, además, en ese momento estaba retirada de la traducción. Hacía tiempo que no lo hacía, porque en España está muy mal pagado, sobre todo para todo el tiempo que le dedicaba. Alejo [el editor de Gigamesh] me preguntó si quería traducir la primera novela, Juego de Tronos. Yo le dije: «Estás loco si crees que me voy a poner con algo de mil páginas». Pero él insistió en que me lo llevase para casa y le echase un ojo. Lo leí del tirón y al final acepté. Soy fan además de traductora.

-¿Cuál fue el momento más traumático?

-Pues creo que como a todo el mundo que empieza con Juego de Tronos, el momento que me impactó fue en el que tiran a Bran de la torre. En ese momento pensé: «Esta no es la historia de dragones que me habían vendido». Era algo diferente al resto de obras del género. Al acabar el primer libro, reafirmé esa idea con la decapitación de Ned.

-En el caso de «Canción de Hielo y Fuego», la traducción tiene mucho de creación. Topónimos como «Invernalia» o «Aguasdulces» fueron cosa de la adaptación. ¿Quién es el responsable?

-Es un trabajo conjunto. Yo le envío el primer borrador a la editorial y luego todo el mundo opina, hasta el que solo pasaba por allí. Se suele decir que el trabajo del traductor es una labor solitaria. En mi caso, para nada. Pero este proceso hace que la adaptación sea más rica. Eso sí, al mismo tiempo es mucho más extenuante, eso no se puede negar.

-¿De qué adaptación está más orgullosa?

-Parece que con Aguadulces [Riverrun, en la versión original] todo el mundo está muy contento. Es uno de mis preferidos. Con Invernalia [Winterfell, en inglés] no hay tanta unanimidad. Al propio editor, Alejo Cuervo, no le gusta, porque dice que parece de una marca de colchones. Pero perdió la votación, así que no pudo hacer nada.

Una de las más difíciles fue la de Desembarco del Rey, porque es probable que el nombre de King's Landing se refiera a cuando el primer Targaryen llegó a lomos de su dragón. Pero Aterrizaje del Rey era algo muy extraño para una novela así. Empezamos a darle vueltas y se nos ocurrió Desembarco. Además, me encantaba la idea del gentilicio, «Los desembarqueños».

-¿Los responsables de la traducción en la serie de Juego de Tronos le pidieron asesoramiento?

-A mí no. La correctora de estilo de las primeras traducciones habló con la editorial [Gigamesh, que edita en exclusiva Canción de Hielo y Fuego] y se le pasó a Canal + el glosario que teníamos de las novelas de George R. R. Martin. De este modo, todo está mejor coordinado.

-Tras el último capítulo emitido, todo el mundo pensó en los traductores, tanto de la serie como de las novelas. ¿Cómo se va a traducir el «Hold the door»? ¿Estás preocupada?

-Todo el mundo se preocupó por mi salud nada más acabar el último episodio, pero como traductora de las novelas tengo todavía mucho tiempo para pensarlo, así que entre todos llegaremos a una solución. La traducción audiovisual tiene más limitaciones, porque tiene que adaptarse al contexto de la imagen y al movimiento de los labios. Pero en la literatura se puede jugar con los cambios para adaptarlo al nombre.

-Parece, por el título del capítulo, que los tiros irán por «El Portón». ¿Crees que es buena idea?

-He visto la traducción de Latinoamérica [en la que traducen «Hold the door» por «déjalo cerrado»] y parece un poco metida con calzador. Pero es que no hay buenas soluciones. Las propuestas decentes son algunas de las que han compartido en las redes, como utilizar «corredor», «horror» o «portón». Ninguna es perfecta. Así que para los libros habrá que darle una vuelta. Tenemos que hacer de la necesidad virtud.

-En Twitter incluso llegásteis a ofrecer un premio a quien encuentre la solución.

-Sí, se ofreció algo que ni siquiera existe, Vientos de Invierno [el próximo libro de George R. R. Martin] y desde la editorial hay quien incluso llegó a regalar a su primogénito. [Risas] Aunque todavía no tiene ni hijos. Es una broma, claro. No creo que salte la liebre entre las propuestas de las redes.

-¿Le habrías cambiado el nombre a Hodor si lo supieras desde un principio?

-Sí, claro, se habría cambiado por una opción que pudiera adaptarse después a la situación que se cuenta posteriormente. Y esta era una idea original de George R. R. Martin. Los productores de la serie lo dejaron claro, que no es improvisado. En momentos como estos dan ganas de matarlo. [Risas] Cuando nos juntamos los traductores de la obra en alguna convención siempre nos cachondeamos de los problemas que nos da. Por cosas como estas, todos le tenemos algunos rencores.

-Porque, en novelas como estas, que forman parte de una saga incompleta, el escritor no da ninguna indicación.

-No, y es comprensible. Estamos en la edad de Internet. Cualquier cosa se acaba filtrando, incluso los más pequeños detalles pueden dar muchas pistas. Al final siempre habría alguien que lo suelta. Si no es el traductor coreano, será otro.

-¿Qué otros retos recuerdas en la traducción de «Canción de Hielo y Fuego»?

-Hace un par de libros tuvimos una dificultad con Reek, que decidimos traducir por Hediondo. Nos pareció muy buena idea. Pero el problema fue que cuando salió el siguiente libro y Hediondo hablaba todo el tiempo con rimas. No hace falta decir que es mucho más fácil rimar Reek en inglés que Hediondo.

También tenemos un cierto miedo con las profecías. Nosotros las adaptamos, pero hay un cierto temor a que hubiera que traducirlas literalmente palabra por palabra para que luego se cumplan.

-Ante estas dificultades, los fans no siempre reaccionan favorablemente. ¿Es insoportable la presión?

-No tanto. Para quien sí lo debe ser es para George Martin. Los fans de los libros son estupendos, la verdad. Es cierto que desde Gigamesh también se les mima mucho. Pero hay mucha diferencia con los de la serie. Entras en el Facebook de Canal+ y eso está lleno de trolls. Pero cuando entras en el de la editorial, todos son gente maja. Siempre hay uno o dos que no, pero no tienen nada que ver con los seguidores de la serie.

Los fans de los libros, si ven un error, te lo comentan para que se mejore, de buen rollo. Y gracias a ellos se corrigen y se mejoran muchas ediciones posteriores. Hay muchas cosas que han pillado los fans. Es un work in progress.

-¿Deseando que llegue la nueva novela de George R. R. Martin?

Como todos. Estoy desesperada por Vientos de Invierno. Tengo mucha curiosidad, sobre todo, por saber qué va a ser de Sansa y de Arya, que son las grandes incógnitas.

Votación
1 votos
Comentarios

Cristina Macía: «Por cosas como estas, todos los traductores le tenemos algunos rencores a George R. R. Martin»