Antipode, el avión que uniría Nueva York con Londres en 11 minutos

Sobre el papel, el diseño de Charles Bombardier sería capaz de recorrer 20.000 kilómetros en media hora, pero todavía le falta solventar varios problemas para tratar de hacerlo real


Redacción

Cruzar el Atlántico en diez minutos podría dejar de ser algo únicamente pensable en las películas de ciencia-ficción. El ingeniero canadiense Charles Bombardier lleva persiguiendo la idea de construir una aeronave comercial capaz de viajar a velocidades muy superiores a la del sonido y así «alcanzar su antípoda tan rápido como sea posible», según explicó a la revista Forbes.

El pasado octubre, el experto en ingeniería mecánica de la empresa Imagin Active sorprendió al mundo con su Skreenr, un avión comercial con capacidad para 75 personas que superaría en diez veces la velocidad del sonido. Pues ahora Bombardier ha ido un paso más allá presentando el Antipode, un modelo de aeronave para diez pasajeros capaz de alcanzar la velocidad Mach 24 (24 veces la velocidad sónica), lo que supondría viajar doce veces más rápido que a bordo del Concorde.

A diferencia del modelo anterior, el Antipode podría despegar desde cualquier aeródromo ya que se propulsaría con cohetes de oxígeno o queroseno líquido reutilizables que regresaría a la base al igual que hacen los impulsores del Blue Origin, la nave de la compañía de transporte espacial del fundador de Amazon, Jeff Bezos. Con la ayuda de los cohetes, el Antipode recibiría el empuje suficiente para llegar a los 40.000 pies y llegar a Mach 5. Una vez alcanzado este objetivo, el ordenador de a bordo del avión encendería un motor supersónico que aceleraría hasta una velocidad máxima de Mach 24.

Sobre el papel, el avión permitiría conectar Nueva York con Londres en 11 minutos y con París en 12. Llegar a Tokio o Dubai llevaría tan solo 22 minutos, a Shanghai 24 y a Hong Kong en 26. De Nueva York a Sydney, prácticamente su antípoda, nos encontraríamos con uno de los trayectos más largos, con una duración de 32 minutos.

Sin embargo, a la idea de Charles Bombardier de crear un avión capaz de atravesar el Atlátintico en diez minutos le faltan muchos problemas por solventar antes de tratar de hacerla real. El primero de ellos el elevado coste que rondaría los 150 millones de dólares. Su ideólogo cree que «el avión podría convertirse en una realidad si hay demanda», aunque reconoce que «primero necesitarían llevarse a capo más investigaciones».

Otro grave obstáculo que debería superar sería el ruido del estampido sónico que generaría en la tierra y el calor que se acumularía en la nariz y las alas de la nave. «No estoy seguro de que se hayan inventado los materiales capaces de soportar el calor, la presión y el estrés estructural para este proyecto», admitió Bombardier.

Pero incluso parte de este problema podría tener solución. Joseph Hazeltine, ingeniero de Wyle y ex director de RIAC (dos organismos pertenecientes al Departamenteo de Defensa de EE.UU), contactó con el promotor del Antipode para proponerle un nuevo sistema aerodinámico llamado sistema de larga penetración (LPM). Para canalizar parte del aire que fluiría a una velocidad supersónica, las alas y la nariz de la nave deberían estar equipadas con una especie de boquilla que permita al aire fluir fuera de ellos. «El sistema LPM podría ayudar a reducir el calor, pero no lo eliminaría totalmente, incluso funcionando en perfectas condiciones», explicó.

Si todas estas complicaciones parecen difíciles de subsanar habría que añadir otras, que aunque menores, siguen entorpeciendo la posibilidad de que el Antipode se convierta en una realidad. Una de ellas sería el desarrollo de un motor estable y fiable y la otra, aliviar el efecto de las fuerzas g en los pasajeros de la nave. Así que por el momento, la posibilidad de unir los dos lados del Atlántico en diez minutos es todavía ciencia-ficción.

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