Los siete pecados capitales de José Mourinho

El técnico portugués ha vuelto a acaparar titulares en la prensa de medio mundo y no por sus hazañas deportivas con el Chelsea. En esta ocasión Mourinho se ha convertido en noticia al salir a la luz un vídeo en el que empuja a un niño de 14 años que lo estaba grabando con su móvil en plena calle. Uno más en la larga lista de pecados del luso.

Empezamos el repaso a la lista de pecados capitales de José Mourinho con la soberbia. La altivez y el menosprecio hacia los demás ha sido la tónica dominante en la vida de Mourinho. El día que salió a la rueda de prensa con una lista de los trece errores arbitrales, que a su juicio había cometido Clos Gómez fue una muestra de ello. 

Algo sucedió en lo más profundo de las entrañas de Mourinho para terminar metiéndole el dedo en el ojo a Tito Vilanova. Una agresión gratuita e indefendible. No es la única muestra de ira del portugués, pero tal vez sea la más llamativa.Cabe recordar el capítulo en el que decidió esperar, cual «malote» de instituto, por el árbitro Teixeira Vitienes en el párking del Camp Nou tras un Barça-Madrid que terminó con empate a dos en el marcador

Pecado o virtud, la avaricia de Mourinho le ha llevado a conseguir algo que solo dos personas más en el mundo han logrado: cuatro ligas con cuatro equipos diferentes en cuatro países distintos. La última fue con el Real Madrid en la temporada 2011/2012.

Si la ira y la soberbia son pecados capitales predominantes en Mourinho, la envidia no se queda atrás. Su obsesión para/con el Barcelona durante su etapa como entrenador del Real Madrid generó multitud de ejemplos. Elegimos el que puede que mejor lo defina: el día del «¿Por qué?». Mourinho evidenció su envidia por el conjunto azulgrana en la rueda de prensa posterior al partido de semifinales de Champions ante el eterno rival. Los de Guardiola se impusieron por 0-2 y pusieron pie y medio en la final de Webley, que terminarían por ganar.

Lujuria e infidelidad son palabras que van de la mano, y a la hora de ser infiel deportivamente hablando, Mourinho se lleva la palma. Así de seguro se manifestaba desde el balcón del Palau de la Generalitat cuando el Barça ganó la Copa del Rey en 1997. Por aquel entonces Mou era el segundo técnnico de un Barcelona dirigido por Bobby Robson. Sin emabargo, como en toda buena historia de amor fallida, su adoración por lo azulgrana se tornó en odio a su llegada a Madrid. Y donde dije digo, digo Diego.

No sé sabe si por la pereza de un viaje hasta Zúrich en el avión privado del Real Madrid, o porque simplemente no le apetecía, lo cierto es que Mourinho no acudió a la gala del Balón de Oro del 2012, para el que estaba nominado como mejor entrenador. El luso se excusó explicando que se quedaba en Madrid para preparar el partido ante el Celta, pero lo cierto es que a la hora de la gala cambió su despacho de Valdebebas por el campo de entrenamiento de su hijo.

Mourinho solo traga lo que él quiere y a quien él quiere. Al que no consiguió tragar desde un pirmer momento fue a Jorge Valdano. Cuando el luso llegó al Real Madrid, el argentino era el director general del club blanco y la mano derecha de Florentino Pérez. Sin embargo, sus formas de ver el fútbol eran tan diferentes que la tensión no dejó de crecer entre ambos hasta el punto de que el presidente del Real Madrid se vio en la obligación de decantarse por uno u otro. Y ya sabemos a quién eligió.