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La reflexión de una compañera de universidad de Sara Carbonero: ¿Por qué ella y yo no?

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A.I.

La periodista María Jiménez comparó su trayectoria profesional con la de su compañera de clase en una carta que se ha vuelto viral

24 Jul 2018. Actualizado a las 12:57 h.

María Jiménez compartió pupitre con Sara Carbonero en la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense y varios años después ha reflexionado sobre la distinta suerte que han corrido sus vidas. «Yo fui testigo del paso de Sara Carbonero por la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid (y ella del mío, aunque no se acuerde, todo sea dicho de paso). Y aunque yo terminé la carrera y ella no, lo cierto es que su vida le ha ido muchísimo mejor que la mía», comenzó relatando la periodista a través del blog de Atresmedia, Tribus Ocultas.

En el escrito, la periodista analiza que, a sus 34 años, su compañera de clase «tiene una marca de ropa sostenible junto a su amiga Isabel Jiménez convirtiéndose así también en empresaria. Sara se casó con Iker Casillas y es madre de dos hijos. Sara está a punto de llegar a los dos millones de seguidores en Instagram. En definitiva, Sara es todo lo que yo no soy».

Reconoce que todo empezó «hace unas semanas paseando por la Gran Vía de Madrid cuando vi una imagen de ella en bikini ocupando toda la fachada de uno de los edificios. Estupenda, delgadísima, presumiendo de pelazo, Sara anuncia una nueva línea de bikinis, como si de un ángel de Victoria's Secret se tratase. Me quedé absorta mirándola». Entonces, pensó: «¿Qué narices he hecho yo con mi vida para no estar ahí colgada?».

Y continúa: «No sé si algunos de los que leéis ahora mismo estas palabras coincidisteis en clase con alguien que años después se convirtió en una celebridad», y confiesa que «cierto es que no soy guapa como Sara, ni poseo esa magnética mirada que encandila a la cámara. Tampoco cuido mis redes sociales y no tengo ninguna intención de montar una marca de ropa, pero envidio su éxito. No por el hecho de ser famosa, sino por haber sido capaz de estar a todo. En serio, ¿cómo lo ha hecho para llegar a TODO?».

Es entonces cuando María relata la realidad de muchos jóvenes que tratan de hacerse un hueco en la vida laboral desarrollando la profesión que han elegido. «Cuando miro atrás y repaso mi vida, solo veo saltos de trabajo en trabajo por la maldita crisis, clases de inglés para intentar no quedarme atrás con el maldito (y demandado) bilingüismo, mudanzas en busca de un alquiler asequible, relaciones sentimentales fallidas y auténticos malabarismos para llegar a fin de mes». Y afirma que en su carrera laboral le ha tocado escribir «más de una artículo sobre Sara y su guardarropa. Ni os imagináis lo que es redactar sobre el estilo de alguien que era una universitaria más a tu lado en clase de Historia del Periodismo Español».

En su carta destapa secretos sobre su compañera, como el apodo con el que la llamaban en clase. «Nunca fuimos amigas. Ni siquiera conocidas. Pero yo sí la conocía. ¿Y quién no? ‘Pocahontas’ la apodaron desde primero de carrera los que no tenían el placer de ser de su círculo de amigos. Su pelo largo y lacio, su tez morena, sus ojazos y su esbelta silueta hicieron fácil la elección de su mote». Y recuerda una anécdota de un día de clase. «Recuerdo un día, esperando para hacer un examen en septiembre, que entró por la puerta con un top básico y un vaquero. Se hizo el silencio en la clase y todos la miramos. A eso me refiero. Yo no dejo sin respiración una clase entera ni ilumino una habitación con mi presencia. Tampoco cubrí un Mundial de Fútbol ni me besó mi novio delante de toda España, tras ganar la Copa del Mundo».

Para acabar María Jímenez hace hincapié en que la carta no se debe a ningún tipo de envidia hacia Sara Carbonero. «Antes me preguntaba si era envidia lo que siento respecto a ella. Para nada. Conforme avanzo tecleando estos pensamientos, cada vez estoy más segura de que lo que me pasa es que estoy decepcionada conmigo misma», confesó. Y finaliza «he hecho todo cuanto ha estado en mi mano para triunfar, pero obviamente he fracasado en el sentido en el que solo he conseguido ser una hormiga obrera más. Quizá el problema también esté en que yo, de base, no tengo el talento que tiene ella ni escribo como lo hace ella ni comunico de la misma manera».


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